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El café que define al guayacitano

  • Foto del escritor: Gastro Caroní
    Gastro Caroní
  • 16 dic 2017
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 18 dic 2017

Salir a tomarse un mokaccino, un capuccino, o un espresso es, todavía, una de las salidas más comunes de la gente. En esta reseña se referenciarán tres lugares que son frecuentados.



Miguel Gamboa


Aunque para muchos el café es un lenguaje universal, a veces lo veo como la sucesión de símbolos inexplicables. El café es una emoción, porque ingerirlo arrastra una sensación, una historia, una carga que necesita demolerse o erigirse; es un conocimiento, porque desde el momento en el que escogemos un espresso en vez de un capuccino, o viceversa, reconocemos qué necesitamos y cuánto lo necesitamos; es metafísico y relativo, porque al mismo tiempo, en la misma locación en la que nos sentamos a tomarnos uno, otra persona hace lo mismo en otro huso horario, en otro continente.

Y Ciudad Guayana no es la excepción. Sus cafés semejan quiénes son sus habitantes. Están los frappe, que generalmente son muchachos jóvenes, acompañados de sus parejas, que buscan amenizar una cita; están los guayoyo, que generalmente son periodistas, gerentes o contadores cuyo nivel de estrés y de atención solo puede solaparse con agua y café negro; están aquellos que no beben nada, que solo se sientan en el local a leer el periódico, beberse un jugo y desayunar. A través de qué tomamos, podemos saber cómo nos comportamos: el café define a la gente. O esa es una de las expresiones de Kon Aroma, ubicado en el segundo piso del C.C Macrocentro II, Alta Vista, Puerto Ordaz.

—Lo sentimos así—dice Carlos Ramírez, uno de los usuarios, quien salió a pasar el rato con su pareja—. Cada vez que venimos nos dan un trato preferencial, recuerdan qué bebimos. Además no es tan caro.

Un capuccino frappé costaba Bs. 15 mil el 30 de noviembre; un cerrero no pasaba de los Bs. 5 mil. Los precios, eso sí, varían semanalmente, afirma uno de los mesoneros; de hecho no tienen una carta, ya que se actualizan constantemente.

Perla Loreto es una de las dueñas del establecimiento. Es un local abierto, con ventanas de vidrio. Adentro, junto al bar, está la pastelería. También hay un espacio de distensión, para relajarse, con unos pufs; desplegadas afuera las mesas de cuatro asientos que rodean el lugar. Enfrente hay un restaurante.

Loreto suele ir en las mañana. “Es raro verla en las tardes”, me dice su padre, quien atiende en ciertas ocasiones el negocio.

—Siempre venimos acá. Los demás lugares no ofrecen lo mismo. Si hay café no hay tortas, si hay tortas no hay café. Muchos locales han sido golpeados por la crisis—dice Ramírez.


Barato sale caro

En el C.C Orinokia, ubicado en Alta Vista, hay diversos establecimientos para disfrutar el aroma de un buen café; van desde lo sublime en lo estético, a lo sencillo y eficaz. Esta última es la premisa de Natura Light, uno de los sitios visitados.

Frente a la tienda Topitop, a Natura Light lo suelen frecuentar oficinistas del Orinokia. También se sientan aquellos que van a resolver diligencias telefónicas o cambiarias. No ofrecen una gama de cafés, ni tampoco de dulces. Aunque eso se debe a la crisis económica que atraviesa el país.

Un guayoyo cuesta Bs. 8 mil. Lo sirven en una tacita de vidrio, con dos bolsitas de azúcar. No tienen un barista; las mismas personas que atienden preparan lo que se vende. Es un establecimiento modesto, de paso, que sirve a una clientela urgida, efímera.

A lado del hotel Plaza Merú se encuentra Baguette. Es uno de los lugares pioneros en lo que refiere a pastelería y cafés. Tienen su toque especial para preparar cada una de las bebidas. Cuando fue visitado las neveras no tenían jugos, refrescos y tampoco agua embotellada.

De dulces solo ofrecían una torta de zanahoria –bastante sabrosa, por cierto-, mientras que para almorzar habían pastas, hamburguesas y otros platos de comida rápida. No tienen una carta, ya que los precios incrementan diariamente, lo cual dificulta establecer una estructura de costos.

A este local suelen ir personas con un poder adquisitivo más alto. Los precios varían. Un capuccino tiene un precio de Bs. 28 mil y las tortas pasan de los 30 mil bolívares.

Tanto Baguette, como Natura Light y Kon Aroma son ejemplos de la variedad de establecimientos que hay en Puerto Ordaz. Sus clientes son, generalmente, asiduos y los une el café, que, como inserción simbólica, los suele desunir hasta que la historia vuelve a repetirse, en el mismo lugar, en el mismo café.

Y así sucesivamente.

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